27.2.09

Este lunes se sortea el fixture


El próximo lunes 2 de marzo se realizará el sorteo del fixture de la Liga Metropolitana A, torneo al que ascendió en la temporada pasada el Club Ciudad de Bolívar.

Las cuatro divisiones de los Aguiluchos habían comenzado los entrenamientos de pretemporada el 9 de febrero y aún siguen en la puesta a punto.

El club tiene serias aspiraciones a realizar una gran campaña luego de los dos ascensos consecutivos hasta la máxima categoría. Además, algunos chicos ya cuentan con roce internacional (gira por Ecuador) y otros, con la primera división. Tal es el caso de Edgardo Lioca, Sebastián Closter y Andrés Ribone (con Drean Bolìvar), Ricardo Ferreiro y Agustín Sorgue (Chubut Volley), Maximiliano Scarpín, Rodrigo Yacuzzi y Emanuel De Zàrate (Villa María Voley), entre otros.

En la foto, el Sub 18 entrena en el gimnasio del Complejo José Domeño.

El sueño del barra


Edgardo Lioca debutó en Drean Bolívar ante Rosario. Armador, bolivarense, no solo es una de las esperanzas más firmes de la cantera celeste sino que además es parte de la barra brava del club. La historia de un jugador de largo aliento.

El 4 de febrero del 2009 quedará en la historia del pibe de 19 años como uno de los momentos más inolvidables de su carrera De un lado del teléfono estaba Rodrigo Martínez Granados, coordinador de las divisiones inferiores del club Ciudad de Bolívar; del otro “El Ega”. La lesión repentina de Maxi Cavanna había obligado a Javier Weber a convocar de urgencia al tercer armador del plantel, un juvenil prometedor que se convirtió en el segundo bolivarense en integrar la lista tras la experiencia de Guido García Sardón en la temporada 2003-4. El llamado dejó atónita a toda la familia, que tiene dos créditos en la cantera bolivarense, el protagonista de esta historia y el “Cachi” Joaquín.

Hace tiempo que el levantador de 1,82 metro estaba esperando el llamado. Pero en sueños parecía ser la opción más viable de que se concretase. En sueños.

Desde hace algunos años, integra la barra “brava” (si es que se puede trazar algún paralelismo con el fútbol) de las Águilas, denominada la Barra del Abuelo. Estuvo presente en las tribunas de todos los campeonatos de Bolívar promoviendo los cánticos, y el aliento incesante que baja del tablón a la cancha, en esa comunión tan particular que los simpatizantes tienen con el equipo. Por una movida de uno de los sponsors, se ganó a puro aliento la camiseta oficial para las finales de la Liga pasada y vibró en Trelew con la vuelta olímpica del conjunto profesional.

Cuántas veces habrá deseado que gane Bolívar. Cuántas imaginó estar ahí, asistiendo a Spajic o a Wallace… Cuántas.

Y dicen que cuando uno desea con todo su corazón algo, ese algo se vuelve realidad.

El llamado del miércoles pasado ratificó esta teoría. “Preparate que Héctor (Bordino, el manager de las inferiores) te pasa a buscar a las 7:10 de la mañana y te lleva a
Rosario. Vas a sumarte al plantel profesional.” Palabras más o menos, Martínez Granados le dio la gran noticia a Edgardo Lioca, el armador que salió bicampeón en la Liga Metropolitana de inferiores y ascendió a la división A a fines del 2008.

Minutos antes del plazo estipulado, Edgardo lo llamó al celular a Bordino para verificar que no hubiese ninguna complicación. No había dormido, casi. Imaginó mil veces cómo le lanzaría la pelota a Lucas Tell si entraba en el doble cambio, o cómo calcularía la pelota para atrás si requería una definición de Wallace, que a diferencia del Gringo Yacuzzi –el opuesto de su divisional- es derecho.

Edgardo ganó mil veces el partido contra Rosario Sonder. En sueños, claro.

El viaje tuvo una parada obligada en Castelar, donde la camioneta Ford Ecosport negra de Bordino se cruzó con la mujer de Genaro López –el manager en ejercicio del plantel profesional mientras se recupera Getzelevich- para retirar la camiseta y el pantalón oficial de juego. Abrazó la indumentaria como un niño sujeta un regalo de Navidad. Sacó la casaca de la funda cuidadosamente y la observó detenidamente del derecho y del revés hasta pasado el límite de la provincia de Buenos Aires. ¿Cómo explicar la sensación?

En el hotel República, en Rosario, recibió la bienvenida del cuerpo técnico que encabeza Weber, que le dijo que duerma la siesta para el desafío nocturno. Merendó, corrió la silla de la mesa que compartió con algunos de los chicos casi sin provocar ruido. Aún no caía…

Y el ingreso al estadio techado de Newell´s fue distinto. Nada que ver. Ahora estaba del lado de adentro. Miró de reojo la cabecera que solía ocupar en la bandeja superior con la barra, y especuló con las cargadas y la ovación que hubiese recibido de parte de sus compañeros de bullanga, si estuvieran presentes.

A las 21:45, llegaron los nervios. El precalentamiento. La primera pelota armada con la casaca negra y el 8 dorado que llevaba su apellido. Un número que quedó inmortalizado por uno de sus mentores, Rodrigo Martínez Granados, tiempo atrás. Y curiosamente, en el mismo puesto de la cancha y como una extensión de la confianza depositada por el ex bicampeón y actual DT de inferiores, Lioca hizo su debut.

Fueron menos de 24 horas. El partido terminó casi un día después de aquel llamado que cambió su vida. Nada menos.


06-02-09 - Prensa Drean Bolívar

Elena…¡si!


Sebastián Closter debutó oficialmente en el partido entre Drean Bolìvar y Ciclista Olímpico. Si bien hace casi más de seis meses que trabaja con el plantel profesional, y aún no ingresó al rectángulo naranja, cumplió un sueño.

El “enano” Closter al fin se pudo calzar la casaca 20 de Drean Bolívar. Debido a la enfermedad viral que marginó a Jean Carlo Badalotti, el pasado jueves Weber solicitó los servicios del líbero juvenil como relevo del receptor brasileño. “Yo me estaba por bañar porque nos hicieron nadar veinte piletas y vino Weber a decirme que iba a estar entre los doce porque Badá estaba con un estado gripal. Y no me puse a pensar si iba a entrar o no. Ya estaba chocho. Contentísimo”, confiesa el santafesino.

Closter había jugado un amistoso en Rosario en la pretemporada ante Sonder y aunque no se olvida de aquel gran momento, le da una importancia mucho mayor al suceso del jueves: “Es muchísimo para mí. Tocar el cielo con las manos, sin dudas. Antes lo veía tan pero tan lejos y ahora es un orgullo enorme”.

Seba nació hace 19 años en San Jerónimo Norte, un pequeño lugar con 7 mil habitantes, donde aún viven sus padres y familiares: ”En un pueblo no muy grande. Los chicos tenemos que salir a bailar afuera del pueblo, je. La única avenida conduce al cementerio… Así que cuando nos vamos, nos vamos por avenida, eh”, sonríe, pícaro.

Llegó hace 4 años a Bolívar, a partir de la segunda captación del Plan de Talentos tras ser evaluado por sus rendimientos en el seleccionado menor: “En el 2005 Rodrigo Martínez Granados hizo la búsqueda y me vieron en el seleccionado, donde jugaba con Panchito Aschemacher. Panchito le comentó sobre mí y pronto me dieron la noticia de que me sumaba a las inferiores”. Desde entonces, jugó con los chicos de su categoría en campeonatos provinciales y fue protagonista del doble ascenso celeste en la Liga Metropolitana. Allí fue compañero de varios chicos que hoy juegan en Primera: Agustín Sorgue, Ricardo Ferreiro (Chubut Volley), César Gross (River), Emanuel De Zárate, Rodrigo Yacuzzi, Maximiliano Scarpín (Villa María Voley), Andrés Ribone (también entrenando con el plantel de Drean Bolívar).

Con tan solo 1,75 metro, fue elegido entre cientos de postulantes y rápidamente se adaptó al ritmo de la ciudad de Bolívar. Sebastián se refiere a su familia, su sostén en la vida y en su naciente profesión: “A mami (Nilda) le preguntaban mucho cuando yo me vine para acá. Los primeros meses estuvo muy sensible con mi partida pero después se acostumbró. Me acuerdo que mis vecinos le decían: “Vi jugar a Bolívar por la tele pero no vi a tu hijo”. Claro, je, yo tenía 16 años y recién empezaba… Ella se reía y les explicaba cada vez mi situación. En ese sentido, la gente me acompañó siempre”.

Aquella épica y mediática final entre Bolívar Signia y Rojas Scholem despertó en él la pasión por este deporte: “Ponerme esta camiseta era un sueño muy lejano. Recuerdo las finales con Rojas por la tele, con el estadio colmado de gente y yo me moría de ganas de integrar un plantel pero tenía 14 años. Y en el primer Argentino de menores le dije a mi mamá que quería dedicarme a esto. Pero nunca pensé que iba a llegar a un plantel de esta magnitud”. Nada menos.

El “enano” no detiene su fábrica de sueños y mientras saborea su presente, piensa en nuevas metas: “La próxima será ser el líbero titular de un equipo de primera división, cuando esté bien con la parte técnica y física. Y ojalá tenga un lugar en el mundial de mi categoría, pero es un objetivo que dejo para adelante. Para mí, lo importante es el día a día y de a poco”.

Fuente: www.bolivarvoley.com.ar