27.2.09

Elena…¡si!


Sebastián Closter debutó oficialmente en el partido entre Drean Bolìvar y Ciclista Olímpico. Si bien hace casi más de seis meses que trabaja con el plantel profesional, y aún no ingresó al rectángulo naranja, cumplió un sueño.

El “enano” Closter al fin se pudo calzar la casaca 20 de Drean Bolívar. Debido a la enfermedad viral que marginó a Jean Carlo Badalotti, el pasado jueves Weber solicitó los servicios del líbero juvenil como relevo del receptor brasileño. “Yo me estaba por bañar porque nos hicieron nadar veinte piletas y vino Weber a decirme que iba a estar entre los doce porque Badá estaba con un estado gripal. Y no me puse a pensar si iba a entrar o no. Ya estaba chocho. Contentísimo”, confiesa el santafesino.

Closter había jugado un amistoso en Rosario en la pretemporada ante Sonder y aunque no se olvida de aquel gran momento, le da una importancia mucho mayor al suceso del jueves: “Es muchísimo para mí. Tocar el cielo con las manos, sin dudas. Antes lo veía tan pero tan lejos y ahora es un orgullo enorme”.

Seba nació hace 19 años en San Jerónimo Norte, un pequeño lugar con 7 mil habitantes, donde aún viven sus padres y familiares: ”En un pueblo no muy grande. Los chicos tenemos que salir a bailar afuera del pueblo, je. La única avenida conduce al cementerio… Así que cuando nos vamos, nos vamos por avenida, eh”, sonríe, pícaro.

Llegó hace 4 años a Bolívar, a partir de la segunda captación del Plan de Talentos tras ser evaluado por sus rendimientos en el seleccionado menor: “En el 2005 Rodrigo Martínez Granados hizo la búsqueda y me vieron en el seleccionado, donde jugaba con Panchito Aschemacher. Panchito le comentó sobre mí y pronto me dieron la noticia de que me sumaba a las inferiores”. Desde entonces, jugó con los chicos de su categoría en campeonatos provinciales y fue protagonista del doble ascenso celeste en la Liga Metropolitana. Allí fue compañero de varios chicos que hoy juegan en Primera: Agustín Sorgue, Ricardo Ferreiro (Chubut Volley), César Gross (River), Emanuel De Zárate, Rodrigo Yacuzzi, Maximiliano Scarpín (Villa María Voley), Andrés Ribone (también entrenando con el plantel de Drean Bolívar).

Con tan solo 1,75 metro, fue elegido entre cientos de postulantes y rápidamente se adaptó al ritmo de la ciudad de Bolívar. Sebastián se refiere a su familia, su sostén en la vida y en su naciente profesión: “A mami (Nilda) le preguntaban mucho cuando yo me vine para acá. Los primeros meses estuvo muy sensible con mi partida pero después se acostumbró. Me acuerdo que mis vecinos le decían: “Vi jugar a Bolívar por la tele pero no vi a tu hijo”. Claro, je, yo tenía 16 años y recién empezaba… Ella se reía y les explicaba cada vez mi situación. En ese sentido, la gente me acompañó siempre”.

Aquella épica y mediática final entre Bolívar Signia y Rojas Scholem despertó en él la pasión por este deporte: “Ponerme esta camiseta era un sueño muy lejano. Recuerdo las finales con Rojas por la tele, con el estadio colmado de gente y yo me moría de ganas de integrar un plantel pero tenía 14 años. Y en el primer Argentino de menores le dije a mi mamá que quería dedicarme a esto. Pero nunca pensé que iba a llegar a un plantel de esta magnitud”. Nada menos.

El “enano” no detiene su fábrica de sueños y mientras saborea su presente, piensa en nuevas metas: “La próxima será ser el líbero titular de un equipo de primera división, cuando esté bien con la parte técnica y física. Y ojalá tenga un lugar en el mundial de mi categoría, pero es un objetivo que dejo para adelante. Para mí, lo importante es el día a día y de a poco”.

Fuente: www.bolivarvoley.com.ar

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