27.2.09

El sueño del barra


Edgardo Lioca debutó en Drean Bolívar ante Rosario. Armador, bolivarense, no solo es una de las esperanzas más firmes de la cantera celeste sino que además es parte de la barra brava del club. La historia de un jugador de largo aliento.

El 4 de febrero del 2009 quedará en la historia del pibe de 19 años como uno de los momentos más inolvidables de su carrera De un lado del teléfono estaba Rodrigo Martínez Granados, coordinador de las divisiones inferiores del club Ciudad de Bolívar; del otro “El Ega”. La lesión repentina de Maxi Cavanna había obligado a Javier Weber a convocar de urgencia al tercer armador del plantel, un juvenil prometedor que se convirtió en el segundo bolivarense en integrar la lista tras la experiencia de Guido García Sardón en la temporada 2003-4. El llamado dejó atónita a toda la familia, que tiene dos créditos en la cantera bolivarense, el protagonista de esta historia y el “Cachi” Joaquín.

Hace tiempo que el levantador de 1,82 metro estaba esperando el llamado. Pero en sueños parecía ser la opción más viable de que se concretase. En sueños.

Desde hace algunos años, integra la barra “brava” (si es que se puede trazar algún paralelismo con el fútbol) de las Águilas, denominada la Barra del Abuelo. Estuvo presente en las tribunas de todos los campeonatos de Bolívar promoviendo los cánticos, y el aliento incesante que baja del tablón a la cancha, en esa comunión tan particular que los simpatizantes tienen con el equipo. Por una movida de uno de los sponsors, se ganó a puro aliento la camiseta oficial para las finales de la Liga pasada y vibró en Trelew con la vuelta olímpica del conjunto profesional.

Cuántas veces habrá deseado que gane Bolívar. Cuántas imaginó estar ahí, asistiendo a Spajic o a Wallace… Cuántas.

Y dicen que cuando uno desea con todo su corazón algo, ese algo se vuelve realidad.

El llamado del miércoles pasado ratificó esta teoría. “Preparate que Héctor (Bordino, el manager de las inferiores) te pasa a buscar a las 7:10 de la mañana y te lleva a
Rosario. Vas a sumarte al plantel profesional.” Palabras más o menos, Martínez Granados le dio la gran noticia a Edgardo Lioca, el armador que salió bicampeón en la Liga Metropolitana de inferiores y ascendió a la división A a fines del 2008.

Minutos antes del plazo estipulado, Edgardo lo llamó al celular a Bordino para verificar que no hubiese ninguna complicación. No había dormido, casi. Imaginó mil veces cómo le lanzaría la pelota a Lucas Tell si entraba en el doble cambio, o cómo calcularía la pelota para atrás si requería una definición de Wallace, que a diferencia del Gringo Yacuzzi –el opuesto de su divisional- es derecho.

Edgardo ganó mil veces el partido contra Rosario Sonder. En sueños, claro.

El viaje tuvo una parada obligada en Castelar, donde la camioneta Ford Ecosport negra de Bordino se cruzó con la mujer de Genaro López –el manager en ejercicio del plantel profesional mientras se recupera Getzelevich- para retirar la camiseta y el pantalón oficial de juego. Abrazó la indumentaria como un niño sujeta un regalo de Navidad. Sacó la casaca de la funda cuidadosamente y la observó detenidamente del derecho y del revés hasta pasado el límite de la provincia de Buenos Aires. ¿Cómo explicar la sensación?

En el hotel República, en Rosario, recibió la bienvenida del cuerpo técnico que encabeza Weber, que le dijo que duerma la siesta para el desafío nocturno. Merendó, corrió la silla de la mesa que compartió con algunos de los chicos casi sin provocar ruido. Aún no caía…

Y el ingreso al estadio techado de Newell´s fue distinto. Nada que ver. Ahora estaba del lado de adentro. Miró de reojo la cabecera que solía ocupar en la bandeja superior con la barra, y especuló con las cargadas y la ovación que hubiese recibido de parte de sus compañeros de bullanga, si estuvieran presentes.

A las 21:45, llegaron los nervios. El precalentamiento. La primera pelota armada con la casaca negra y el 8 dorado que llevaba su apellido. Un número que quedó inmortalizado por uno de sus mentores, Rodrigo Martínez Granados, tiempo atrás. Y curiosamente, en el mismo puesto de la cancha y como una extensión de la confianza depositada por el ex bicampeón y actual DT de inferiores, Lioca hizo su debut.

Fueron menos de 24 horas. El partido terminó casi un día después de aquel llamado que cambió su vida. Nada menos.


06-02-09 - Prensa Drean Bolívar

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